(Y No Quedarte Dormido en el Intento)
Te voy a ser sincero desde el principio:
la Biblia no es un libro fácil de leer.
Si estás esperando algo tipo "telenovela", me temo que te vas a decepcionar.
Pero,
y esto es un gran "pero",
si de verdad te comprometes a entenderla, esta será la guía más poderosa que puedas tener en tu vida.
Y no,
no estoy hablando de pasar por encima de versículos que suenan bonitos o que alguien te dijo en la iglesia.
Hablo de comprender realmente lo que la Biblia está diciendo y aplicar esas enseñanzas a tu vida.
Ahora, como joven, lo primero que tienes que saber es que no hay ninguna excusa para no leerla, si estás dispuesto a hacerlo de la manera correcta.
Aquí van unos consejos que te van a cambiar la manera en que ves este libro milenario.
¿Estás listo para la verdad?
Porque esto no es para los que se quedan con la superficie.
1. Deja de mirar la Biblia como un manual religioso.
Sí,
lo sé.
Los domingos en la iglesia te dan un versículo bonito que puedes compartir en Instagram, y se acabó.
Pero la Biblia no es solo eso.
Es un libro de vida, lleno de historias que transforman, retos que nos sacuden y, sí, también de mandamientos que nos incomodan.
Si de verdad quieres entenderla, no la leas solo como "un consejo moral".
Lee con la mentalidad de que te está desafiando a cambiar.
2. Comienza con lo que más te hable.
Lo sé, todos te van a decir que empieces con Génesis y sigas por todo el Antiguo Testamento.
Pero lo cierto es que, como joven, esa no es la manera más efectiva.
¿Por qué?
Porque vas a estar perdido en genealogías, leyes y situaciones de hace miles de años que no van a hacer que te conectes.
Empieza con los evangelios:
Mateo
Marcos
Lucas
Juan
Ahí encuentras a Jesús, las enseñanzas directas y una historia que, créeme, te va a capturar.
La clave es empezar donde puedas conectar más rápido con el mensaje.
3. No lo leas por obligación, léelo por curiosidad.
¿Vas a leer la Biblia solo porque te dijeron que es lo “correcto”?
Error.
Si no tienes curiosidad, no vas a entender nada.
Tienes que leerla porque quieres saber cómo aplica en tu vida aquí y ahora.
No es un libro para “cumplir” con una rutina religiosa, es un manual de vida real.
Si no estás leyendo con ganas de aplicar lo que aprendes, mejor no lo hagas.
Si te cuesta, pregúntate por qué.
4. Hazlo todos los días, aunque sea un ratito.
Un par de versículos.
¿Por qué leer de a montones si no lo puedes asimilar?
La clave está en la consistencia.
5 minutos al día,
10 minutos,
lo que puedas.
No lo dejes para los domingos.
Si lo dejas, lo olvides y te quedarás estancado en un ciclo sin entender nada.
5. No tengas miedo de hacer preguntas.
Aquí viene lo interesante:
la Biblia está llena de cosas que no entiendes a primera vista.
No te quedes con dudas.
Haz preguntas.
Pregunta a un mentor, un amigo que sepa más o, si tienes que, investiga.
La Biblia es compleja, pero esa es la belleza.
Si te atreves a cuestionar, vas a descubrir cosas que jamás imaginaste.
6. Hazlo práctico.
No basta con leer y entender un pasaje.
Pregúntate:
¿Cómo se aplica esto a mi vida?
¿Qué cambio tiene que hacer en mí?
Si lees el Sermón del Monte, ¿qué significa para tu manera de tratar a los demás?
Si lees los salmos, ¿cómo puedes usarlos para animarte en momentos de dificultad?
La Biblia no es solo historia antigua, es la herramienta más poderosa para tu vida diaria.
En resumen, leer la Biblia como joven no se trata de seguir reglas ni de convertirte en una persona “perfecta”.
(spoiler: nadie lo es).
Se trata de sumergirte en algo profundo, desafiante, y transformador.
Si no tienes este enfoque, solo vas a estar leyendo palabras vacías.
Si te atreves a leerla de verdad, verás cómo te cambia.
No te quedes con lo básico, no sigas viviendo con la Biblia como un objeto de estante, es hora de que se convierta en la base de tu vida.