Vamos a decirlo sin rodeos:
si crees que la Biblia prohíbe el alcohol, estás equivocado.
Pero si crees que tienes pase libre para emborracharte, también estás equivocado.
Entonces, ¿dónde está el equilibrio? Ahí es donde la mayoría se confunde.
Beber no es pecado, pero embriagarse sí
Efesios 5,18 es clarísimo:
"No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución, sino sed llenos del Espíritu".
Dios no condena el consumo moderado, sino la embriaguez.
Jesús convirtió el agua en vino
Juan 2,1-11 muestra a Jesús en una boda haciendo un milagro que involucra vino, y no cualquier vino, sino del mejor.
Si fuera pecado, ¿por qué lo haría?
El alcohol puede ser una trampa
Proverbios 20,1 advierte:
"El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra no es sabio".
Si el alcohol te controla, ya es un problema.
Todo es lícito, pero no todo conviene
1 Corintios 10,23 nos recuerda que hay cosas que podemos hacer, pero eso no significa que sean buenas para nosotros o para nuestro testimonio.
El problema no es la copa de vino o la cerveza.
El problema es qué lugar tiene en tu vida.
¿Te domina?
¿Te hace tropezar?
¿Te aleja de Dios?
No busques respuestas fáciles, busca sabiduría.
Deja de vivir en confusión y empieza a vivir con verdad.