Mi amigo Roberto es de esas personas que nunca dejan de sorprenderte. Ha superado el cáncer no una, sino dos veces. Suena como algo sacado de una película, pero es su vida real.
Vive con sus padres en Córdoba, España, aunque en este momento está de vacaciones en Islandia, en casa de su hermana. Sí, lo sé, ¡Islandia! Ese lugar que parece un mundo aparte, lleno de glaciares, auroras boreales y paisajes que parecen sacados del Génesis.
Roberto es creativo, brillante, un soñador con todas las letras. Está trabajando en el lanzamiento de su nuevo proyecto, un podcast llamado "Tú sí tienes arte", donde seguramente dejará su sello personal. Además, tiene una banda musical que toca en bodas en Madrid, hace servicio de sonido para otras bandas y se dedica a grabar y editar videos musicales. Es como si su mente no parara nunca, siempre ideando cosas nuevas, siempre creando.
Y, sin embargo, aquí está la parte que más me duele: nada de lo que hace parece darle estabilidad. Roberto tiene todas las piezas de un rompecabezas increíble, pero no logra armarlas. Vive de proyecto en proyecto, de idea en idea, pero nunca encuentra esa base sólida para construir algo que dure. Y no puedo evitar pensar...
¿Qué está buscando realmente Roberto?
Sé que no cree en la Biblia. Él no piensa que sea un manual para la vida ni una guía para encontrar propósito y dirección. Y, honestamente, lo entiendo. Con todo lo que ha vivido, con las cicatrices físicas y emocionales que carga, tal vez sea difícil creer en algo que no puedes tocar o medir.
Pero aquí es donde me atrevo a ser controversial:
¿Y si Roberto está buscando en los lugares equivocados?
Nos pasamos la vida creyendo que el propósito se encuentra en nuestras ideas, en nuestros talentos, en nuestras pasiones. Pensamos que si logramos lanzar ese proyecto, tener ese éxito o alcanzar esa meta, todo tendrá sentido. Pero, ¿qué pasa cuando llegamos allí y seguimos sintiendo ese vacío? Porque la verdad, y esto lo digo desde el corazón, nada en este mundo va a llenar ese hueco que llevamos dentro.
¿Por qué la Biblia?
La Biblia no es solo un libro viejo lleno de reglas. Es una historia, una carta de amor, una brújula para los que se sienten perdidos.
Habla de propósito, sí, pero también de identidad. Habla de redención, de levantarte después de caer, de encontrar un camino cuando parece que no hay ninguno.
Roberto ha superado el cáncer dos veces, pero aún pelea una batalla interna: la de encontrar su lugar en el mundo. ¿Y si la respuesta no está en sus proyectos ni en sus talentos, sino en algo más grande?
Cristo dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Juan 14:6). Ese "camino" no es solo una dirección, es un propósito. Esa "vida" no es solo sobrevivir, es vivir con significado. ¿Y si todo lo que Roberto ha vivido, todas esas luchas, esas caídas, esas victorias, son parte de una historia más grande que Dios quiere escribir con él?
Reflexión para todos
Roberto no es el único. Todos tenemos momentos en los que nos sentimos perdidos, como si la vida no tuviera sentido. Pero tal vez no sea porque la vida no tiene sentido, sino porque estamos buscando el propósito en los lugares equivocados.
Es hora de abrir el debate
¿Crees que la Biblia puede ser una guía para la vida, incluso si no crees en Dios?
¿Qué pasaría si nos atreviéramos a mirar más allá de nosotros mismos para encontrar propósito?
Roberto, si estás leyendo esto, no es un juicio, es una invitación. Eres increíble, y sé que puedes lograr cosas grandes. Pero tal vez, solo tal vez, la respuesta que estás buscando no está en lo que haces, sino en quién eres, y en quién podrías llegar a ser con la dirección correcta.
Y tú, que estás leyendo esta historia, ¿qué opinas? ¿Estás interpretando tu vida con el propósito correcto, o también te sientes como si estuvieras juntando piezas sin saber qué imagen final estás formando?