A ver..
¿Te has preguntado alguna vez por qué solo hay cuatro evangelios en la Biblia cuando en realidad existieron muchos más?
¿Quién decidió qué textos eran “palabra de Dios” y cuáles debían ser enterrados en el olvido?
Pues te cuento algo:
No fue Jesús, ni los apóstoles…
Fue la Iglesia, siglos después.
Así mismo.
En los primeros siglos del cristianismo circulaban MUCHOS evangelios: el de Tomás, el de María Magdalena, el de Judas, el de Felipe… pero la Iglesia los descartó porque no cuadraban con la doctrina que querían imponer.
Algunos presentaban a Jesús como un maestro de sabiduría, no como un salvador sufriente.
Otros sugerían que María Magdalena tenía un rol clave en su ministerio, algo que chocaba con el patriarcado religioso.
Y algunos, como el de Judas, pintaban a este “traidor” como un instrumento necesario para el plan divino.
Entonces, en el Concilio de Nicea (año 325), bajo el control del emperador Constantino, se decidió qué evangelios eran “oficiales” y cuáles serían eliminados.
No fue una selección divina, fue una decisión política.
Los que no entraron en el canon fueron prohibidos, perseguidos y hasta destruidos.
Ahora dime..
¿Sigues creyendo que la Biblia es un libro intocable e incuestionable?
Si quieres aprender a interpretarla sin tragarte todo lo que te dicen, debes comenzar ya.
No hay cuentos, solo la verdad que no te han querido contar.