El alcohol es un tema que incomoda, molesta y, muchas veces, divide.
En la iglesia, en la familia, en las conversaciones cotidianas, parece que nadie se pone de acuerdo.
Pero
¿qué dice realmente la Biblia sobre el alcohol, y más específicamente, sobre el alcoholismo?
¿Es un pecado?
¿Es una debilidad?
¿O simplemente es un problema social?
La Biblia es clara y directa, pero también hay que saber interpretarla.
Y no,
no todo lo que te han contado sobre este tema es cierto.
La Biblia no prohíbe beber alcohol.
Punto.
Si alguien te dice lo contrario, te está mintiendo.
En las Escrituras encontramos referencias al vino como símbolo de celebración (Salmos 104,15) e, incluso, Jesús mismo convirtió agua en vino en las bodas de Caná (Juan 2,1-11).
Así que, si alguien te mira con desprecio por tomarte una copa, ya sabes quién necesita leer más la Palabra.
Pero aquí viene la bomba:
la Biblia no condena el consumo, pero sí el abuso.
Proverbios 23,29-35 pinta una imagen cruda de lo que el alcoholismo puede hacer:
destruir vidas,
traer conflictos,
y causar sufrimiento físico y emocional.
El problema no es el vino, la cerveza o lo que sea; el problema es cuando el control lo tiene la botella y no tú.
Aquí es donde algunos se incomodan. Muchos quieren excusar el alcoholismo como una "enfermedad" y, aunque tiene aspectos clínicos, no podemos ignorar qué, en la causa, hay decisiones morales y espirituales involucradas.
La Biblia lo llama falta de dominio propio, algo que el Espíritu Santo nos da (Gálatas 5,22-23).
Entonces,
¿es una enfermedad? Quizás.
Pero también es un síntoma de un vacío espiritual más grande.
Ahora, no estoy diciendo que todos los que luchan con el alcoholismo son "pecadores empedernidos".
Al contrario,
la Biblia nos llama a restaurar con amor a quienes están atrapados en cualquier pecado o debilidad (Gálatas 6,1).
Pero aquí está el desafío:
no puedes ayudar a alguien si no entiendes lo que la Biblia realmente enseña.
Y ahí es donde tú entras.
Si realmente quieres saber cómo abordar estos temas difíciles desde una perspectiva bíblica, necesitas profundizar en la Palabra, no quedarte con lo que te enseñaron en la escuela.
Si este tema te revolvió emociones o te dejó con más preguntas que respuestas, no te preocupes, eso es bueno.
Significa que estás pensando, cuestionando y buscando.
Y déjame decirte algo: eso es exactamente lo que necesitas para interpretar correctamente la Biblia.
No basta con leer la Biblia, hay que saber entenderla.