¿Te has preguntado por qué el dinero domina tantas áreas de tu vida?
Parece que nunca es suficiente, ¿verdad? ¿Y sabes qué es lo más irónico? Que la Biblia tiene las respuestas sobre cómo manejar tus finanzas, pero la mayoría de los cristianos ni siquiera se molestan en buscarlas.
Déjame ser claro desde el principio:
si no sabes manejar tu dinero, no solo estás perdiendo recursos, estás deshonrando a Dios.
Sí, así de fuerte.
Porque, ¿adivina qué?
Todo lo que tienes le pertenece a Él (Salmos 24,1).
Tú solo eres un administrador.
Y si no lo estás haciendo bien, necesitas replantearte tus prioridades.
La mayoría vive como si el dinero fuera suyo, como si lo hubieran ganado con su esfuerzo.
Pero, ¿de dónde crees que vienen tus talentos, tu inteligencia o incluso las oportunidades?
Todo eso es un regalo de Dios.
Cuando entiendes esto, cambias el chip: dejas de pensar en "gastar" y empiezas a "administrar".
Lucas 16,10 lo dice sin rodeos: “El que es fiel en lo poco, también lo será en lo mucho”.
Si no eres capaz de manejar tus ingresos actuales de manera sabia, ¿cómo esperas que Dios te confíe más?
Aquí va una verdad que incomoda: no necesitas todo lo que compras.
Punto.
Vivimos en una sociedad que te empuja a gastar en cosas que no necesitas para impresionar a gente que ni te importa.
Pero la Biblia tiene otro enfoque: Proverbios 21,20 dice que “el sabio ahorra, pero el necio gasta todo lo que tiene”.
La clave no está en cuánto ganas, sino en cómo lo usas.
¿Estás invirtiendo en cosas que tienen valor eterno o solo estás acumulando basura que eventualmente desaparecerá?
¿Sabías que el principio de dar es uno de los más poderosos en la Biblia?
Malaquías 3,10 desafía a los creyentes a probar a Dios en esto: dar fielmente, y Él abrirá las “ventanas de los cielos”.
Pero aquí está el problema: muchos dan de las sobras, no de lo mejor.
¿Y esperas que Dios bendiga eso?
Cuando pones a Dios primero en tus finanzas, algo cambia.
No se trata solo de diezmar o dar ofrendas, sino de reconocer que todo lo que tienes proviene de Él.
Este punto va a incomodar a más de uno: tu valor no está en tu cuenta bancaria.
Jesús advirtió en Mateo 6,24 que no puedes servir a Dios y al dinero.
Pero, seamos honestos, ¿cuántas veces dejamos que nuestras finanzas dicten nuestra identidad?
La Biblia nos recuerda que el verdadero tesoro no está aquí en la tierra, donde todo se corrompe, sino en el cielo (Mateo 6,19-20).
Si esto te dejado pensando, eso es exactamente lo que buscaba.
Es hora de que dejes de improvisar con tus finanzas y empieces a manejarlas según los principios eternos de la Palabra de Dios.
¿vas a seguir siendo esclavo del dinero o vas a aprender a usarlo como Dios manda?