En un mundo donde la migración es tema de debate constante, muchos se preguntan:
¿qué opina la Biblia sobre los migrantes y refugiados?
La respuesta no es tan complicada, pero sí muy poderosa.
La migración en la Biblia es algo constante.
Desde Abraham, quien fue llamado por Dios a salir de su tierra, hasta Moisés, que huyó de Egipto, los desplazamientos han sido parte de la historia bíblica.
Y no se trata solo de un evento aislado, sino de un principio: la humanidad está en movimiento, y eso no es algo que Dios condene.
¿Cómo debemos tratar a los extranjeros?
Levítico 19:33-34 es claro:
"Cuando un extranjero resida entre ustedes en su tierra, no lo maltraten. Trátenlo como a uno de sus propios ciudadanos, y ámenlo como a sí mismos."
Este mandato, repetido en varios pasajes, nos muestra la importancia de la hospitalidad, de ver al extranjero como nuestro igual.
En Deuteronomio 10:19, Dios nos llama a amar al extranjero porque nosotros mismos fuimos extranjeros en Egipto.
Jesús también nos da ejemplo.
No solo predicó amor a los necesitados, sino a aquellos que no pertenecían a la comunidad israelita.
La parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37) nos desafía a amar incluso a los que no consideramos "nuestros".
Entonces, ¿qué significa esto hoy?
Aunque el contexto ha cambiado, el principio sigue intacto:
La Biblia nos llama a tratar a los migrantes y refugiados con dignidad y compasión.
¿Cómo aplicamos esto en un mundo tan dividido?
Aquí está el reto: Cómo ser fieles a los valores bíblicos mientras manejamos los desafíos del mundo moderno.
Al final, la Biblia no apoya la discriminación ni el rechazo hacia los extranjeros. Al contrario, nos llama a abrir nuestros corazones.
Si quieres profundizar más en estos principios y aprender a interpretar correctamente las Escrituras, tienes que comenzar ya mismo.
¡Te aseguro que cambiará tu perspectiva!