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Salmo 28: La Oración que Desafiará Tu Fe y Te Obligará a Actuar

Foto del escritor: Charly CountryCharly Country



¿Sabías que la oración puede ser más que una simple petición? 


En el Salmo 28, David no está pidiendo solo un favor, está exigiendo respuestas.


¿Tú también eres de los que piden y piden, pero jamás obtienen lo que realmente buscan?


David no se conforma con oraciones vacías ni con respuestas mediocres. Está dispuesto a confrontar a Dios con la crudeza de su alma.


Y te pregunto, ¿tú lo harías? 


Este salmo no es para los que tienen miedo de hablarle a Dios con franqueza. Es para aquellos que están dispuestos a exigir justicia y, lo más importante, a tomar acción sobre lo que reciben. 


Si estás listo para recibir la verdad en su forma más desafiante, sigue leyendo.






El Salmo 28


  1. A ti clamo, Señor, roca mía, no te hagas sordo a mí; no sea que, callándote, me haga yo semejante a los que descienden a la fosa.

  2. Escucha la voz de mis súplicas, cuando a ti clamo, cuando alzo mis manos hacia tu santuario.

  3. No me arrastres con los impíos y con los que hacen iniquidad, que hablan paz con su prójimo, pero mal en su corazón.

  4. Dales conforme a su obra y conforme a la maldad de sus hechos; dales conforme a la obra de sus manos, págales conforme a su proceder.

  5. Porque no atendieron a las obras del Señor, ni a la obra de sus manos, Él los destruirá y no los edificará.

  6. Bendito sea el Señor, porque ha oído la voz de mis súplicas.

  7. El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en Él confió mi corazón, y fui ayudado; por lo que se gozó mi corazón, y con mi canción le alabaré.

  8. El Señor es la fuerza de su pueblo, y el refugio salvador de su ungido.

  9. Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad; apacienta y levántalos para siempre.






Interpretación para la vida


¿Te atreves a ser tan directo con Dios como David lo fue?


Este salmo te desafía a abandonar esa oración tibia y superficial que solo buscas cuando quieres consuelo inmediato.


David no está pidiendo una bendición cualquiera, está exigiendo que Dios actúe con justicia. Y, seamos claros, la justicia de Dios no siempre es lo que queremos escuchar.


Muchos cristianos se acercan a Dios como si fuera un cajero automático divino, pidiendo favores que solo los benefician a ellos.


Pero David no actúa así.


Él sabe que la justicia divina es mucho más grande que sus propios deseos.


Este salmo nos enfrenta a una realidad incómoda:


Dios no siempre va a darnos lo que pedimos, sino lo que necesitamos. 


Y cuando estamos rodeados de personas que nos dañan, que son hipócritas o malintencionadas, ¿cómo respondemos?


David no les pide a Dios que les bendiga.


No, él pide que Dios les pague conforme a sus maldades.


¿Te atreverías a orar así? 


En vez de pedir que todos tus enemigos reciban misericordia, ¿serías capaz de clamar a Dios para que se haga justicia?


Pero aquí viene lo más importante de todo esto:


David sabe que su confianza no está en las circunstancias, sino en la respuesta de Dios.


Él confía tanto en que su oración será escuchada, que ya está celebrando en su corazón como si la respuesta ya hubiera llegado.


¿Te atreves a tener esa fe radical, esa fe que va más allá de las palabras?


El Señor es su fortaleza y su escudo, y David sabe que no importa lo que pase, él tiene a Dios a su lado.


Este es el tipo de fe que muchos no entienden, pero que los verdaderos creyentes buscan.


La fe no es solo pedir, es confiar en que lo que Dios haga, será lo mejor para nosotros. 


Aunque el camino se vea difícil, aunque la adversidad no cese, la certeza de que Dios está a nuestro lado debe darnos la fortaleza para seguir adelante.


¿Tú también estás dispuesto a tener esa confianza absoluta en Dios? O prefieres seguir esperando que todo se solucione solo sin involucrarte profundamente en tu relación con Él.


Y aquí es donde te vas a enfrentar a la dura verdad. 


No importa cuán ferviente sea tu oración, si no sabes interpretar correctamente la palabra de Dios, nunca entenderás cómo aplicar esos principios de justicia y fe radical en tu vida. 


Muchos leen la Biblia, pero pocos realmente saben cómo profundizar en lo que realmente significa.


¿Tú eres de esos?


Aquí no solo aprenderás a leer, sino a entender, a aplicar y a transformar tu vida a través de lo que dice la palabra de Dios.


No se trata de palabras bonitas, se trata de acción, se trata de entender lo que Dios realmente está diciendo y cómo hacer que eso cambie tu vida y la de los demás.


Así que, si quieres ser como David, una persona que no solo pide, sino que actúa con fe y confianza en la justicia de Dios, es hora de tomar una decisión radical.

¿Estás listo? 

te aviso, solo los valientes se atreven..

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